Tribuna Abierta

Las duras leyes que enfrentan las mujeres en Irán para conseguir trabajo

19/08/24 – 18:05 P.M

Neda, una mujer iraní con un máster en ingeniería en petróleo y gas, recuerda una experiencia humillante durante una entrevista de trabajo. Le solicitaron una declaración firmada por su esposo, autorizándola a trabajar. Esta situación le hizo sentir indignada, ya que consideraba que, como adulta, debía tomar sus propias decisiones sin necesitar el permiso de su marido.

Desafortunadamente, la experiencia de Neda no es un caso aislado. En Irán, las mujeres casadas enfrentan una serie de obstáculos legales que dificultan su participación en el mercado laboral. Una de las principales barreras es la necesidad de obtener el consentimiento de su esposo para poder trabajar. Esta normativa, entre otras, coloca a Irán en una posición muy baja en cuanto a igualdad de género en el ámbito laboral, según un informe de 2024 del Banco Mundial. De hecho, solo Yemen, Cisjordania y Gaza tienen peores indicadores en cuanto a barreras legales de género.

El reciente informe 2024 Global Gender Gap del Foro Económico Mundial refuerza esta evaluación negativa, situando a Irán en el último lugar en participación femenina en la fuerza laboral entre los 146 países encuestados. Aunque las mujeres constituyen más del 50% de los estudiantes universitarios graduados en Irán, solo representan el 12% de la fuerza laboral, según datos de 2023. Estas cifras reflejan la combinación de leyes de género discriminatorias, acoso sexual generalizado y percepciones sexistas que crean un entorno hostil para las mujeres que intentan ingresar al mercado de trabajo.

La asesora internacional Nadereh Chamlou, exasesora principal del Banco Mundial, destaca que una serie de barreras legales y culturales mantienen a las mujeres fuera del ámbito laboral en Irán. La falta de marcos legales favorables y la existencia de una amplia brecha salarial de género son factores que limitan la participación de las mujeres en la fuerza laboral.

La situación es tanto legal como cultural. En Irán, los hombres tienen el poder legal de impedir que sus esposas trabajen, y muchos hacen uso de este derecho. Un empresario iraní, Saeed, relata cómo una vez un marido enfurecido irrumpió en su oficina agitando una barra de metal y exigiendo saber quién había dado permiso para contratar a su esposa. Desde entonces, Saeed se asegura de solicitar la autorización escrita del esposo antes de contratar a una mujer.

Razieh, una joven profesional, también ha vivido situaciones similares en su trabajo. Recuerda cómo un hombre furioso exigió al director general que despidiera a su esposa. Ante la presión, el director le sugirió a la mujer que intentara arreglar las cosas en casa o tendría que renunciar, lo cual terminó haciendo. Este tipo de situaciones hace que muchas empresas se resistan a contratar a mujeres jóvenes, ya que temen perder su inversión en formación si sus esposos deciden sacarlas del mercado laboral.

Incluso cuando las mujeres logran obtener un empleo, se enfrentan a un mercado laboral donde la discriminación está respaldada por la ley. Por ejemplo, el artículo 1105 del Código Civil de la República Islámica establece al marido como cabeza de familia y principal sustentador, lo que da prioridad a los hombres en el empleo y perpetúa la desigualdad salarial.

Raz, una mujer con más de 20 años de experiencia laboral, relata cómo en cada trabajo que ha tenido, las mujeres son las primeras en ser despedidas durante las reestructuraciones. Esta situación se agrava por el hecho de que las mujeres, al no ser consideradas como principales sustentadoras de la familia, pierden derechos a prestaciones y bonificaciones que podrían acumular durante sus años de empleo. Esto afecta directamente su capacidad para contribuir al bienestar de sus familias.

Sepideh, quien tiene un máster en artes de la Universidad de Teherán, dejó de trabajar hace varios años debido a las dificultades que enfrentó en su carrera profesional. Aunque inicialmente tenía la esperanza de poder ganarse la vida como sus colegas hombres, se dio cuenta de que la estructura social, política y económica en Irán está diseñada para impedir que las mujeres tengan una carrera profesional satisfactoria.

Además, la ley del hiyab obligatorio, que fue el centro de protestas en Irán hace dos años, sigue siendo una barrera importante para las mujeres. Esta ley impide a muchas mujeres acceder a trabajos, especialmente en el sector público, si no se ajustan a las formas más estrictas del hiyab.

Otro fenómeno que afecta a las mujeres en Irán es lo que Nadereh Chamlou llama la «pérdida del medio». Esto se refiere a las mujeres de mediana edad, con educación secundaria o universitaria y de clase media que no trabajan debido a la necesidad de obtener el permiso legal de sus maridos y a la baja edad de jubilación para las mujeres, fijada en 55 años. Este grupo de mujeres, que en otros países estarían activamente en la fuerza laboral, se ve excluido en Irán.

La economía iraní, paralizada por las sanciones y la mala gestión, se ve perjudicada por la baja participación femenina en la fuerza laboral. Un informe del FMI señala que el crecimiento económico está correlacionado con una mayor participación laboral femenina y estima que si las tasas de empleo femenino en Irán fueran similares a las de los hombres, el PIB del país podría aumentar en un 40%.

Nadereh Chamlou cree que actualmente no existe una «voluntad política activa o consciente» para facilitar la incorporación de las mujeres al mercado laboral en Irán. Sin embargo, destaca que muchas mujeres están tomando la iniciativa y creando pequeñas empresas independientes para abrirse paso en el mercado laboral. Algunas de las ideas más innovadoras en el ámbito empresarial, como aplicaciones de cocina y plataformas de venta minorista digital, han sido iniciadas por mujeres, demostrando su determinación y creatividad.

Fuente: BBC
Foto: Tribuna Abierta

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE
Scroll al inicio
Abrir chat