Tras las llamas: El complejo perfil psicológico del pirómano en España

Un trastorno poco comprendido

El fenómeno de la piromanía ha vuelto a situarse en el centro del debate público en España tras la oleada de incendios forestales del verano. Más allá de los daños materiales y medioambientales, los expertos ponen el foco en el perfil psicológico del pirómano: mayoritariamente varón, con baja autoestima y un trastorno de control de los impulsos.

El perfil predominante

Estudios recientes indican que la mayoría de los pirómanos son hombres, alcanzando en algunos análisis hasta el 80 % de los casos. Se trata de personas con baja autoestima, escasas habilidades sociales y con antecedentes de traumas en la infancia, como abusos, abandono o entornos familiares desestructurados.
Con frecuencia, los primeros signos aparecen en la adolescencia: maltrato animal, vandalismo y conductas antisociales.

Impulso irresistible

A diferencia de quienes prenden fuego por intereses económicos o venganzas, el pirómano actúa movido por una excitación emocional vinculada al fuego. La conducta responde a un patrón compulsivo: tensión previa al acto, descarga al iniciarlo y posterior sensación de gratificación al observar las llamas.
Incluso es habitual que el pirómano se acerque o participe en las labores de extinción para presenciar las consecuencias de su acción.

Tratamiento y dificultades

La piromanía está clasificada como un trastorno del control de los impulsos. El abordaje clínico combina terapia conductual con apoyo farmacológico en algunos casos. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la búsqueda de ayuda voluntaria es muy baja; la mayoría de los pacientes acceden a tratamiento únicamente por imposición judicial o presión familiar.
Además, se observa alta comorbilidad con depresión, bipolaridad, alcoholismo, ludopatía y otros trastornos.

Implicaciones legales

Aunque se trata de una enfermedad reconocida, la justicia considera que los pirómanos son plenamente responsables de sus actos, ya que conservan conciencia del daño causado. Esta responsabilidad penal se combina con la dificultad añadida de que se trata de un trastorno crónico, con frecuentes episodios de reincidencia.

Una amenaza social

La piromanía, aunque poco prevalente en la población general, representa un riesgo significativo debido al potencial devastador de los incendios. Más allá de los perjuicios ambientales y materiales, los expertos advierten de la necesidad de intervenciones clínicas tempranas para evitar tragedias.
La prevención, la detección de signos de riesgo en edades tempranas y la aplicación de programas de tratamiento adecuados resultan esenciales para mitigar esta amenaza.


Fuentes

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