Rusia lanzó el mayor ataque aéreo con más de 700 drones y 13 misiles hipersónicos contra Ucrania desde el inicio de la guerra. El ataque afectó principalmente la región de Volinia y causó daños materiales e heridos. La ofensiva aumenta la tensión internacional, con reacciones de condena y medidas de defensa en países vecinos.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, reveló que su homólogo ruso, Vladimir Putin, le ofreció ayuda en el conflicto con Irán, a lo que respondió que lo que necesitaba era “ayuda con Rusia”. Trump aseguró haber mediado un alto el fuego entre Irán e Israel y defendió que los bombardeos estadounidenses fueron “como Hiroshima”.
Rusia advierte a Israel sobre el peligro de atacar la planta nuclear iraní de Bushehr, advirtiendo que podría desencadenar una catástrofe similar a Chernóbil. La planta cuenta con presencia significativa de técnicos rusos y cualquier ataque podría tener consecuencias graves para la seguridad regional e internacional. En medio de la escalada entre Irán e Israel, la comunidad internacional llama a la diplomacia para evitar una crisis nuclear.
El 12 de junio de 2025, Ucrania y Rusia llevaron a cabo un nuevo intercambio de prisioneros de guerra, enfocado especialmente en la liberación de soldados gravemente heridos y enfermos.
El gasto militar mundial alcanzó un récord de 2,72 billones de dólares en 2024, reflejando un aumento del 9,4 % y marcando el mayor repunte desde la Guerra Fría. Estados Unidos, China y Rusia lideran la inversión global. Europa incrementa su defensa frente a la amenaza rusa, y analistas advierten sobre un posible conflicto a gran escala entre potencias. La OTAN llama a prepararse ante posibles ataques en los próximos cinco años. La tensión internacional y la reconfiguración de alianzas militares siembran preocupación por una eventual Tercera Guerra Mundial.
Elon Musk amenazó con retirar la cápsula Dragon de SpaceX, pieza clave para transportar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional, tras tensiones con el expresidente Trump. Esta situación podría forzar a la NASA a depender nuevamente de Rusia para el transporte espacial, lo que representa un retroceso en su autonomía y un riesgo geopolítico.
