11/09/24 – 10:15 A.M
Los mosquitos que transmiten el dengue, específicamente el Aedes aegypti, han sido el foco de un reciente estudio científico que ha desvelado un aspecto sorprendente sobre sus habilidades para localizar a sus víctimas humanas. Según la investigación publicada en la revista Nature, estos insectos poseen un «ojo térmico» que les permite detectar la radiación infrarroja emitida por el cuerpo humano, lo que les proporciona una ventaja significativa en su búsqueda de sangre.
Tradicionalmente, se sabía que estos mosquitos rastreaban a las personas mediante el dióxido de carbono (CO2) exhalado y los olores corporales. Sin embargo, este nuevo hallazgo sugiere que los Aedes aegypti también utilizan un tipo de visión térmica para detectar la temperatura corporal humana, que ronda los 34°C, incluso en condiciones donde otros factores como los olores son menos pronunciados o en entornos oscuros.
El descubrimiento se produjo gracias a experimentos realizados en un laboratorio, donde los investigadores generaron distintas fuentes de calor que imitaban la temperatura corporal humana. Observaron que los mosquitos se dirigían casi exclusivamente hacia estas fuentes de calor, confirmando la hipótesis de que los insectos son atraídos por la radiación infrarroja emitida por la piel humana.
Este mecanismo de detección térmica está mediado por un canal iónico conocido como TRPA1, que actúa como un sensor de calor en las antenas de los mosquitos. Al detectar cambios térmicos mínimos, este canal envía señales al cerebro del insecto, activando su «ojo térmico» y guiándolos hacia su objetivo humano.
El descubrimiento de esta capacidad térmica abre un nuevo abanico de posibilidades en la lucha contra la propagación del dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos. Los científicos ahora exploran cómo este conocimiento podría aplicarse a otros mosquitos, como los que transmiten la malaria, y si otros animales también podrían poseer una habilidad similar.
Una de las implicaciones prácticas más emocionantes de este hallazgo es la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias para evitar las picaduras de mosquitos. Por ejemplo, se podrían crear barreras térmicas o atrayentes que desorienten a los mosquitos, reduciendo así su capacidad de localizar a los humanos. Además, en climas fríos, donde la actividad de los mosquitos disminuye, este conocimiento podría ayudar a desarrollar soluciones específicas para esos entornos.
Este avance en la comprensión de los sentidos de los mosquitos representa un paso significativo hacia el control más efectivo de las enfermedades transmitidas por estos insectos, y podría llevar a la creación de nuevas tecnologías que protejan a las personas de las picaduras de mosquitos de manera más eficiente.
Fuente: El Cronista
Foto: Tribuna Abierta