Tribuna Abierta



La peligrosa expansión de la creencia en visitas extraterrestres y su impacto en la política y la sociedad

10/09/24 – 20:20 P.M

El aumento de una idea controversial
La creencia en que los extraterrestres han visitado la Tierra, antes relegada a los márgenes de la sociedad, ha ido ganando terreno hasta convertirse en un fenómeno social de creciente importancia. En el Reino Unido, una quinta parte de la población cree que seres de otros planetas han llegado a nuestro mundo, mientras que un 7% de los ciudadanos afirma haber visto un ovni. Estas cifras son aún mayores en Estados Unidos, donde la proporción de personas que consideran los avistamientos de ovnis como evidencia probable de vida extraterrestre aumentó del 20% en 1996 al 34% en 2022. Además, alrededor del 24% de los estadounidenses aseguran haber tenido algún encuentro visual con un objeto volador no identificado.

Esta creencia, que desafía la falta de pruebas concluyentes sobre la existencia de vida extraterrestre, se ha extendido al punto de influir en la política. Especialmente en Estados Unidos, donde los políticos han comenzado a tratar el tema con mayor seriedad, en respuesta a la creciente preocupación pública. La reciente divulgación de información sobre Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI) por parte del Pentágono ha captado la atención tanto de demócratas como de republicanos, quienes han visto en este asunto una oportunidad para conectar con un electorado cada vez más interesado en estos temas. Sin embargo, la comunidad científica insiste en que, dadas las vastas distancias entre los sistemas estelares, cualquier contacto con vida extraterrestre sería más probable a través de señales provenientes de planetas lejanos, y no mediante visitas físicas a la Tierra.

La influencia de las teorías de la conspiración en la política
La idea de un encubrimiento gubernamental sobre la existencia de extraterrestres es aún más común que la creencia en las visitas extraterrestres en sí. Una encuesta de Gallup realizada en 2019 reveló que el 68% de los estadounidenses cree que «el gobierno de EE.UU. sabe más sobre los OVNIs de lo que dice». Esta desconfianza hacia las autoridades no es nueva; de hecho, ha sido alimentada por décadas de rumores, testimonios y promesas incumplidas. Una figura destacada en este contexto es Jimmy Carter, quien durante su campaña presidencial en 1976 prometió desclasificar documentos relacionados con ovnis, motivado en parte por su propia experiencia al haber visto uno. Sin embargo, como sucede con muchos otros avistamientos, la explicación más plausible fue que Carter simplemente había observado a Venus.

A lo largo de los años, otros políticos han abordado el tema de los ovnis en sus campañas. Hillary Clinton, por ejemplo, sugirió durante su campaña presidencial contra Donald Trump que, de ser elegida, buscaría «abrir los archivos del Pentágono tanto como pudiera». Por su parte, Trump insinuó que consideraría desclasificar la documentación relacionada con el incidente de Roswell, un supuesto choque de un ovni y la recuperación de cuerpos extraterrestres en 1947. Aunque estas promesas raramente se materializan, reflejan la presión creciente que sienten los políticos para abordar un tema que ha dejado de ser marginal y se ha convertido en una preocupación para una parte significativa de la población.

En la actualidad, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, es uno de los defensores más destacados de la divulgación de documentos relacionados con los FANI. Su proyecto de ley de divulgación de 2023, copatrocinado por tres senadores republicanos, es un testimonio de cómo este tema ha trascendido las divisiones partidistas. A pesar de que la divulgación del Pentágono durante el mandato de Joe Biden no ha revelado encuentros cercanos con extraterrestres, el «ruido de fondo» sigue siendo fuerte, alimentando teorías de conspiración que amenazan con socavar la confianza en las instituciones democráticas y desviar la atención de problemas más tangibles.

Consecuencias sociales y científicas
El creciente interés en las teorías sobre visitas extraterrestres no solo está influyendo en la política, sino que también está teniendo un impacto significativo en la sociedad y la ciencia. La proliferación de contenidos en televisión y en internet que abordan temas de «alienígenas ancestrales» ha superado en popularidad a la astrobiología, la ciencia que estudia la posibilidad de vida en otros planetas. Un ejemplo claro de esta tendencia es el canal de YouTube del programa «Ancient Aliens», que cuenta con millones de suscriptores y que ha popularizado teorías que combinan hechos históricos con especulaciones sobre la intervención extraterrestre en civilizaciones antiguas. En contraste, el canal de astrobiología de la NASA, que se enfoca en la investigación científica real sobre la posibilidad de vida en el universo, tiene apenas 20.000 suscriptores.

Más preocupante aún es el hecho de que estas narrativas de visitas extraterrestres han comenzado a distorsionar y secuestrar las historias y mitologías de los pueblos indígenas. Desde 1946, cuando Alexander Kazantsev publicó su relato de ciencia ficción «Explosión: la historia de una hipótesis», que sugería que el evento del meteorito de Tunguska de 1908 fue en realidad una explosión causada por el motor de una nave espacial extraterrestre, las teorías sobre la intervención alienígena han intentado reinterpretar eventos históricos y culturales de diversas sociedades. En el relato de Kazantsev, una sobreviviente extraterrestre es adoptada como chamán por el pueblo indígena evenki, lo que marca el inicio de una larga tradición de teorías que buscan explicar los logros de civilizaciones antiguas a través de la intervención de seres de otros planetas.

Este fenómeno ha sido especialmente pernicioso en el contexto de las culturas indígenas, cuyas historias y tradiciones están siendo reescritas o subsumidas por narrativas que atribuyen sus logros a la intervención extraterrestre. Esta tendencia no solo invisibiliza el conocimiento y la historia auténtica de estos pueblos, sino que también refleja una visión colonialista que busca justificar la superioridad tecnológica y cultural de las civilizaciones occidentales. Al presentar a los extraterrestres como los verdaderos artífices de los avances de civilizaciones precolombinas, estas teorías refuerzan estereotipos racistas y minimizan la agencia de las comunidades indígenas.

En este contexto, es vital que la ciencia y las organizaciones culturales trabajen para preservar y promover las historias auténticas de los pueblos indígenas. Iniciativas como Native Skywatchers, creada por las comunidades ojibwa y lakota, buscan garantizar que las tradiciones relacionadas con las estrellas y el cosmos se mantengan vivas y no sean distorsionadas por teorías pseudocientíficas. Sin embargo, la batalla es difícil, ya que la ciencia real y las narrativas culturales auténticas se ven constantemente superadas en popularidad por contenidos de entretenimiento empaquetados como hechos históricos.

Impacto cultural y educativo
La proliferación de teorías sobre visitas extraterrestres y su creciente aceptación en la sociedad también están teniendo un impacto negativo en la educación y en la cultura popular. A medida que estas ideas ganan tracción, se corre el riesgo de que interfieran con la comunicación científica legítima sobre la posibilidad de encontrar vida extraterrestre microbiana, un campo de estudio que requiere rigor y una comprensión matizada de la ciencia. La astrobiología, que se ocupa de la búsqueda de vida fuera de la Tierra, enfrenta el desafío de competir con una narrativa más sensacionalista y accesible, que a menudo se presenta en programas de televisión y videos en línea que mezclan hechos con ficción.

Además, las teorías conspirativas sobre visitas extraterrestres han dado lugar a movimientos sociales que podrían tener consecuencias peligrosas. Por ejemplo, la llamada para «asaltar el Área 51» en 2019, que comenzó como una broma en las redes sociales, reflejó el grado de seriedad con que algunos individuos toman estas ideas. Aunque el evento no resultó en una invasión masiva de la base militar, sí demostró cómo las teorías conspirativas pueden movilizar a personas a tomar acciones potencialmente peligrosas. En un mundo donde el asalto al Capitolio en 2021 mostró hasta qué punto las teorías de la conspiración pueden motivar la violencia, es crucial considerar el impacto social de estas creencias.

Además, estas teorías también tienen el potencial de influir en la manera en que la historia y la cultura son entendidas y transmitidas a las futuras generaciones. Al reinterpretar eventos históricos a través del lente de la intervención extraterrestre, se corre el riesgo de distorsionar la comprensión del pasado y de reducir la riqueza de las tradiciones culturales a meras fantasías pseudocientíficas. Esto es particularmente perjudicial para las comunidades indígenas, cuyas historias y conocimientos sobre el cosmos son a menudo presentados de manera simplista o sensacionalista por los defensores de las teorías de visitas extraterrestres.

Una preocupación creciente
En resumen, la creencia en visitas extraterrestres ha dejado de ser una simple especulación para convertirse en un fenómeno con profundas implicaciones sociales, políticas y culturales. A medida que estas ideas continúan ganando terreno, es crucial que la sociedad aborde el tema con seriedad, reconociendo las posibles consecuencias de permitir que teorías pseudocientíficas influyan en la política, la educación y la cultura. Además, es vital proteger las historias auténticas de las comunidades indígenas y garantizar que la ciencia real, como la astrobiología, reciba la atención y el respeto que merece en la búsqueda de respuestas a una de las preguntas más fundamentales de la humanidad: ¿estamos solos en el universo?

Fuente: BBC
Foto: Tribuna Abierta

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