El 15 de septiembre, un bombardeo aéreo ruso en Járkiv dejó al menos 42 heridos y una víctima fatal, una mujer de 94 años. A pesar de que Rusia insiste en que sus ataques están dirigidos solo a objetivos militares, los constantes bombardeos, que también incluyen el lanzamiento de 124 bombas aéreas en un solo día, tienen como objetivo sembrar el pánico entre los civiles ucranianos. Además, Rusia lanzó 56 drones kamikaze contra Kiev, de los cuales 53 fueron derribados, pero los fragmentos causaron daños y heridas a al menos una persona.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski ha subrayado la necesidad urgente de misiles de largo alcance para contrarrestar el terrorismo aéreo ruso. Ucrania busca permiso para usar misiles Storm Shadow y Atacms contra objetivos en territorio ruso, pero los aliados occidentales aún están debatiendo esta decisión. El Reino Unido, en particular, está impulsando una estrategia común con sus socios para autorizar el uso de estos misiles. Sin embargo, la Administración Biden se muestra cautelosa y podría permitir el uso de misiles británicos sin conceder el mismo permiso para los Atacms, una decisión que los analistas consideran insuficiente para abordar los problemas de Ucrania.

Mientras tanto, Rusia ha comenzado a desplazar parte de su aviación de la frontera con Ucrania, según Zelenski. A pesar de este movimiento, Ucrania continúa presionando para obtener el apoyo necesario para atacar centros de mando y depósitos de municiones rusos. En septiembre, Zelenski planea visitar Estados Unidos para presentar su estrategia y reforzar la cooperación con los aliados, quienes han comenzado a aumentar su apoyo, como la reciente decisión de Dinamarca de enviar más aviones F-16 y sistemas de artillería a Ucrania.