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Revelan secretos del eslabón perdido en la evolución humana con el hallazgo de Ardi

En 1994, un grupo de antropólogos de la Universidad de California en Berkeley, liderado por Tim White, hizo un hallazgo que cambió drásticamente nuestra comprensión del pasado humano. En el sitio de Awash Medio, en la depresión de Afar, se descubrieron los restos fósiles de una especie homínida hasta entonces desconocida: Ardipithecus ramidus.

Conocida como Ardi, esta hembra de aproximadamente 60 kilogramos y 120 centímetros de altura vivió hace unos 4,4 millones de años, y desplazó a Lucy, el Australopithecus afarensis de 3,2 millones de años, como el ancestro humano más antiguo conocido.

Este fósil presenta una mezcla única de características primitivas y modernas, ubicándolo en un momento crucial de nuestra evolución. En 2009, el equipo de White reconstruyó el esqueleto de Ardi, revelando un cerebro pequeño similar al de un chimpancé, pero con pelvis y piernas que sugerían una posible capacidad para caminar erguida, similar a la de los humanos actuales. Estas características desafiaban la creencia convencional de que el bipedalismo y la destreza manual evolucionaron debido a factores externos. El hallazgo de Ardi provocó un intenso debate científico sobre su clasificación y su relación con los linajes humanos extintos.

La investigación en Etiopía, dirigida por Tim White, comenzó en 1981 y alcanzó un hito en 1992 cuando Gen Suwa descubrió un molar de más de 4 millones de años. A lo largo de 15 años, se fueron desenterrando más restos óseos, culminando en 1995 con el descubrimiento de un esqueleto parcial. Debido a la fragilidad de los huesos, los investigadores trasladaron bloques de sedimento al Museo Nacional de Etiopía para su análisis detallado.

Según Tim White, este descubrimiento redefine nuestra comprensión de la evolución humana. Ardi no es el último ancestro común entre humanos y chimpancés, sino que ofrece una nueva perspectiva sobre cómo han evolucionado los linajes de simios y humanos de manera independiente desde que se separaron de su ancestro común. Este hallazgo también sugiere que estos homínidos vivieron en un entorno boscoso, lo que indica que comenzaron a caminar en el suelo aunque tuvieran árboles disponibles para trepar y balancearse.

Fuente: El Cronista
Foto: IStock

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