El Reino Unido teme que Rusia intente apropiarse de 70.000 millones de toneladas de petróleo y gas en la Antártida, un territorio dedicado exclusivamente a la investigación científica según el Tratado Antártico de 1959. Este temor surge tras las exploraciones del buque ruso Alexander Karpinsky en 2020, que identificaron vastos recursos bajo la plataforma antártica. Durante una reciente comisión parlamentaria, diputados británicos manifestaron su preocupación sobre posibles violaciones del tratado internacional.
Jane Rumble, jefa del departamento de regiones polares del ministerio de Exteriores de Londres, afirmó ante la Cámara de los Comunes que, hasta el momento, no hay evidencia de que Rusia esté violando el tratado, aunque se sigue de cerca la situación. Mientras Moscú insiste en que sus estudios son de naturaleza científica, expertos temen que estas acciones formen parte de las «tácticas de zona gris» del Kremlin, que combinan fines civiles y militares, presentando un dilema diplomático para los países reclamantes, entre ellos el Reino Unido, Argentina y Chile.