Una Vocación que Nació en la Juventud
Florencia Luce, oriunda de Vicente López, Buenos Aires, creció en una familia de clase media con cinco hermanos y padres poco religiosos. Durante su adolescencia, comenzó a acercarse a la fe católica, asistiendo a misas en secreto y participando en retiros espirituales. A los 20 años, sintió un llamado profundo que la llevó a ingresar a un monasterio contemplativo en enero de 1982, buscando una vida de entrega total a Dios.
Doce Años de Clausura: Entre la Devoción y la Duda
La vida en el monasterio estaba marcada por el aislamiento, la obediencia y el silencio. Florencia vivía bajo estrictas normas que limitaban el contacto con el exterior, incluyendo la prohibición de ver televisión o leer diarios. Las visitas familiares eran escasas y se realizaban detrás de un mostrador, sin contacto físico. Con el tiempo, comenzó a experimentar contradicciones internas, cuestionando aspectos de su fe y sintiendo la necesidad de una vida más plena.
Renacer: Amor, Familia y Escritura
Tras dejar el convento en 1994, Florencia se trasladó a Estados Unidos, donde se casó con David y tuvo una hija, Sophie. Actualmente, reside en Morristown, Nueva Jersey, donde trabaja como escritora, traductora y profesora de idiomas. Su experiencia en el monasterio la inspiró a escribir la novela «El canto de las horas», en la que plasma sus vivencias y reflexiones sobre la vida contemplativa.
Reflexiones sobre una Vida Transformada
Florencia reconoce que su paso por el convento fue una etapa significativa, aunque considera que permaneció allí más tiempo del necesario. Destaca la dificultad del voto de obediencia y la falta de comunicación abierta dentro del monasterio. A pesar de las restricciones, valora las experiencias vividas y cómo estas la han moldeado. Hoy, se siente realizada en su vida familiar y profesional, y continúa explorando su espiritualidad desde una perspectiva más libre y personal.
Un Testimonio que Inspira
La historia de Florencia Luce es un testimonio de búsqueda personal, transformación y resiliencia. Su decisión de abandonar la vida monástica para construir una familia y desarrollar su vocación literaria refleja el valor de seguir el propio camino, incluso cuando implica romper con estructuras establecidas. A través de su relato, invita a reflexionar sobre la importancia de la autenticidad y el coraje para vivir una vida plena y coherente con los propios valores.