El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reafirma su postura de no acordar un alto el fuego en Gaza hasta que Hamás libere a los rehenes, acusando al grupo de imponer exigencias extremas para poner fin al conflicto.

Israel no se opone a un acuerdo de tregua, pero Netanyahu critica las demandas de Hamás, señalando que buscan garantizar su supervivencia y capacidad de daño. Destaca la necesidad de presión internacional contra Hamás y no contra Israel.

Netanyahu reitera su compromiso con la lucha en Gaza, enumerando objetivos como el retorno de los secuestrados, la eliminación de Hamás y la desactivación de Gaza como amenaza. Destaca los avances de las fuerzas israelíes en la región, incluida la captura de líderes de Hamás y la neutralización de infraestructura clave.

Además, Netanyahu atribuye el ataque del 7 de octubre a Irán y llama a la unidad nacional para enfrentar las amenazas externas. Aunque enfrenta presiones políticas internas, Netanyahu insiste en la necesidad de mantener la cohesión durante la ofensiva en Gaza.

En respuesta a la postura de Netanyahu, Hamás ha rechazado la condición del alto el fuego, acusando a Israel de ser responsable de la escalada del conflicto y la retención de rehenes palestinos. El grupo insiste en que cualquier acuerdo debe abordar la situación en su totalidad, incluida la suspensión de los ataques israelíes y el levantamiento del bloqueo en Gaza.

La comunidad internacional ha expresado preocupación por la prolongación del conflicto y ha instado a ambas partes a buscar una solución pacífica. Sin embargo, las negociaciones de alto el fuego se han estancado debido a las condiciones opuestas presentadas por Israel y Hamás.

Mientras tanto, en Israel, la opinión pública está dividida sobre la estrategia de Netanyahu en Gaza. Algunos ciudadanos apoyan su enfoque firme hacia Hamás, mientras que otros critican su manejo del conflicto y piden una resolución negociada.

Ante esta situación, Netanyahu continúa enfrentando presiones tanto internas como externas para encontrar una salida al conflicto en Gaza. Aunque mantiene su posición de no ceder en las demandas de Hamás, el primer ministro israelí enfrenta el desafío de equilibrar la seguridad nacional con la estabilidad política y el apoyo público.