La crisis climática ha llegado al humedal Matusagaratí, ubicado en las planicies de los ríos Tuira y Balsas en la provincia de Darién, Panamá. La migración irregular ha exacerbado esta situación, poniendo en riesgo bosques inundables, herbazales y lagunas que son vitales para el ecosistema local. La contaminación provocada por los migrantes ha afectado gravemente los ríos que alimentan el humedal.
Las etnias Emberá y Wounaan, habitantes ancestrales de esta región, están luchando por salvar su tierra utilizando sus conocimientos tradicionales. Sin embargo, se enfrentan a un nuevo enemigo: la ola de migrantes que deja tras de sí residuos plásticos, enfermedades y desechos, contaminando los recursos hídricos y amenazando su modo de vida.
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, en su discurso inaugural, destacó la magnitud de la crisis humanitaria y ambiental causada por la migración irregular, señalando que delincuentes internacionales usan la región como base de operaciones. Mulino apeló a la solidaridad internacional y firmó un memorando de entendimiento con Estados Unidos, destinando 6 millones de dólares para financiar la deportación y repatriación de migrantes.
Estados Unidos considera la migración irregular como un desafío regional que requiere una respuesta coordinada. La estrategia busca disuadir a los migrantes irregulares y reducir el número de personas contrabandeadas a través del Darién. La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, enfatizó la necesidad de reducir conjuntamente el flujo de migrantes hacia Estados Unidos.
Mientras tanto, las comunidades Emberá y Wounaan expresan su agradecimiento a quienes se unen a ellos en la lucha por proteger su selva y preservar su cultura.
Fuente: La Vanguardia